Virginia Contreras
El pasado 12 de febrero los
venezolanos escogieron mediante elecciones primarias a quien habrá de
enfrentarse al presidente Chávez en las elecciones de octubre próximo. El solo pensar que por fin la oposición
venezolana entendió la necesidad de unir sus esfuerzos en un solo candidato ya
es un triunfo. Con 1.806.860 de
votos, Henrique Capriles, gobernador de Miranda, se coronó como el único contendor de la oposición.
Mucho se ha dicho sobre la situación
de Venezuela. A la crisis política que padece ese país, se le une una alarmante
inflación y un índice de criminalidad impresionante. Por si fuera poco, sus relaciones con gobiernos como el de
Irán, hoy en día en la mira de la comunidad internacional por la amenaza que
representa el desarrollo de la energía nuclear con intereses bélicos, así como su
vinculación con el régimen cubano, asfixiado económicamente y cuya
supervivencia depende casi exclusivamente de la colaboración venezolana, son
elementos suficientes para entender el drama que padecen los venezolanos.
Si a esto le agregamos el
extraordinario poder que ha venido acumulando el gobernante venezolano, en
donde valores como el principio de la división de poderes es algo menos que una
caricatura; el alto índice de popularidad que todavía mantiene el mandatario
(40%), y sus políticas populistas (“misiones”), en donde se premia la lealtad de
los ciudadanos con entrega de cantidades de dinero, o de otros beneficios, el
escenario no es nada alentador.
De allí que cuando apreciamos la actitud
asumida por el recién electo candidato, siendo que frente al sistema marxista
que el gobierno bolivariano esta pretendiendo implantar, sustituyendo la
propiedad privada por la propiedad comunitaria, modificando el régimen político
territorial del país mediante la creación de nuevas organizaciones políticas (Consejos
Comunales) que obedecen las directrices del poder central, y amenazando con el
uso de la fuerza armada, y de grupos paramilitares (Círculos Bolivarianos, “Colectivos”,
entre otros), a fin de defender a la revolución, nos preocupe que el mensaje del candidato opositor sea simplemente
el de la continuidad de los programas sociales y el llamado de “gobernar para todos los venezolanos.”
Presidente Venezolano, Hugo Chavez |
Convencer a un electorado dividido
entre chavistas y opositores, mezclados con un 30 % adicional, que se declaran
contrarios a estos dos grupos, los cuales han sido denominados “Ni-Ni” (ni
chavistas, ni opositores), representa
una labor mucho mas seria que una simple declaración de principios. A esto le agregamos que de acuerdo a investigaciones
realizadas por expertos, publicadas en revistas científicas de prestigiosos organismos
internacionales, como el “International Statistical Institute” (Volume 74
Number 3, Page 370, December 2006), y de otros estudios posteriores, existen una
serie de anomalías que hacen presumir la falta de transparencia en el sistema
electoral venezolano, haciendo la situación peor aun. De
hecho, en todos los estudios publicados hasta ahora existen fundados elementos
que podrían demostrar la existencia de entre 3 a 5 millones de personas
virtuales inscritas en el registro electoral. De igual forma los análisis estadísticos
demuestran un crecimiento desmesurado de la población electoral venezolana en
comparación con la población en general. Así tenemos, por ejemplo, que para el
periodo 2000-2004 la población electoral venezolana aumento en un 20 %,
mientras que en ese mismo lapso la población en general solamente creció un 6%.
De igual forma, para el periodo 2004-2011 la población en general aumento al
1,7% interanual, pero la población electoral aumento en un 31 %. Con esto
queremos decir que el panorama electoral resulta bastante oscuro.
Henrique Capriles |
El triunfo de Capriles representa un
mensaje alentador para todos esos venezolanos que desde hace años han pensado
que Chávez es indestructible. La experiencia adquirida en la organización de la
campaña electoral en las primarias será de gran utilidad para las elecciones
presidenciales, pero no son lo único, ni lo más importante.
Nadie esta pretendiendo que Capriles
se enfrasque en los mismos insultos, ofensas y provocaciones a los que el
presidente Chávez nos ha acostumbrado durante estos 13 años de su mandato, pero
actuar como si nada ocurriera en Venezuela puede resultar incluso más grave que
la propia confrontación, más aun cuando lo que esta en juego es nada menos que la
supervivencia del sistema democrático en Venezuela. El resultado entre una decisión
acertada y una estrategia equivocada puede ser la diferencia entre un merecido
triunfo o una estrepitosa derrota para la democracia venezolana.
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